sábado, 24 de octubre de 2015

Avería atrapa a Santamaría en Turquía, retrasa retorno de tropas de Afganistán

Santamaría y Pedro Morenés visitan tropas españolas.
Santamaría y Pedro Morenés visitan tropas españolas.
Corlu, Turquía .- Una avería en el motor del avión de Air Europa que trasladaba a la vicepresidenta del Gobierno a Herat atrapó durante más de 12 horas a Soraya Sáenz de Santamaría y su séquito de Presidencia y Defensa –una treintena de periodistas que la acompañamos en el viaje- en el punto de escala situado en la ciudad turca de Tekirdag Corlu, a unos 110 kilómetros de Estambul. La incidencia, sumada a la demora de una hora en la salida del avión desde Madrid-Barajas, ha retrasado la visita y la arriada de la bandera con que la número dos del ejecutivo marcará esta tarde-noche el fin de la misión española en Afganistán después de casi 14 años de costosa presencia en esa república islámica.

Pese a las dificultades y la considerable dilación del viaje, tanto la vicepresidenta como el Jefe del Estado Mayor de la
Defensa, Fernando García Sánchez, intentaron desde un primer momento mantener el plan de la visita. Sobre todo porque la expedición incluye embarcar en el mismo avión a 88 de los 236 soldados restantes del último contingente en Herat, que llevaban los seis meses de su estancia allí esperando ese momento. “No nos gustaría hacerles esperar más”, comentó la vicepresidenta mientras la tripulación y el pasaje aguardaban una solución: primero mediante un recambio de la pieza averiada –un filtro-, que proporcionó Tukish Airlines; y después, al no funcionar el repuesto, con el envío un nuevo avión desde España que tardaría seis horas.

“Estas cosas hay que tomarlas como vienen”, dijo también Santamaría con aire de resignación en una charla con la prensa a las seis de la mañana, tras cuatro horas parados en el aeropuerto de Corlu. La vicepresidenta estaba dispuesta a seguir adelante con la arriada y recogida de la bandera y el repliegue aunque se retrasara un día entero. La mayor preocupación a esas horas estaba en que, aun cuando la pieza de recambio del avión llegara desde España en un tiempo razonable para celebrar los actos en la tarde del sábado, Defensa y la compañía aérea tendrían que renovar los permisos de sobrevuelo por una región complicada a esos efectos. Al final, la pieza llegó a mediodía y el viaje estaba a punto de reanudarse a primera hora de la tarde del sábado, con la previsión de aterrizar en Herat en la tarde o la noche.

Todo se había dado mal en el periplo de la vicepresidenta hacia Afganistán desde un primer momento. De entrada iba a ser el ministro de Defensa, Pedro Morenés, quien haría el viaje. Pero la desaparición de tres militares en un helicóptero en el Atlántico le obligó a quedarse. Entonces Santamaría tomó la responsabilidad del desplazamiento.
La aeronave de Air Europa fletada por Defensa para la operación llegó a Barajas, procedente de Milán, con una hora y media de retraso. En lugar de salir a las nueve y veinte de la noche como estaba previsto, el despegue se postergó hasta las 22.50 horas.

En su conversación con la prensa, Sáenz de Santamaría explicó que la única limitación de tiempo para completar la arriada y recogida de la bandera española de la base de Herat, y sobre todo para recoger a los 88 militares que esperaban embarcar en su avión de vuelta, la marcaba la sesión extraordinaria del consejo de ministros que el lunes formalizará la disolución de las Cámaras y la convocatoria de las elecciones generales del 20D. “¡Tengo un decreto de convocatoria que firmar!”, exclamó. Y añadió de todos modos que, de faltar ella a la reunión, sería el ministro de Justicia, Rafael Catalá, quien rubricara el decreto.

El acto que la vicepresidenta prevé protagonizar finalmente esta noche en Herat clausura prácticamente la intervención de las tropas nacionales en el despliegue que la OTAN lidera en la república islámica: una de las misiones internacionales más importantes, cuantiosas y duraderas en las que ha participado el Ejército español.

El repliegue en Herat se completará el martes con la vuelta de los 148 militares allí restantes en un último vuelo de repatriación de los soldados. A partir de entonces, las Fuerzas Armadas sólo dejan en Afganistán un retén formado por 20 oficiales adscritos al Cuartel General aliado en Kabul y que en principio volverán a España antes de fin de año.

Atrás quedan casi 14 años de presencia española en el convulso país centroasiático: primero con la ISAF (Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad), constituida en diciembre de 2001 bajo amparo de Naciones Unidas a raíz de los atentados del 11-S, y desde el pasado mes de enero con la Resolute Support (RSM, Apoyo decidido), continuadora de la anterior. En las dos fases de la misión han participado 17.223 militares españoles: 16.025 hombres y 1.198 mujeres, aunque si se cuenta el número de intervenciones la cifra ronda las 30.000. El contingente llegó a contar con un máximo de 1.521 efectivos, en el año 2009.

El coste humano de la misión ha sido alto. Los fallecidos en combate y accidentes suman 102, de los que 99 eran militares y dos, traductores. La mayor parte de las víctimas corresponden a dos graves accidentes aéreos: el del avión Yakolev 42, en el que 62 militares fallecieron el 26 de mayo de 2003 al estrellarse su aeronave en Trebisonda (Turquía), cuando volvían a España tras 14 meses de misión, y otro sinistro con 17 muertos en el que estuvieron involucrados dos helicópteros en Cougart (a unos veinte kilómetros de Herat), el 16 de agosto de 2005.

Las víctimas durante ofensivas de los insurgentes y mediante explosivos y minas se sucedieron desde 2006. El 9 de noviembre de 2008, un vehículo suicida acabó con la vida del brigada Juan Andrés Suárez y del cabo Rubén Alonso Ríos. Y el 25 de agosto de 2010, el capitán de la Guardia Civil José María Galera, el alférez del mismo Cuerpo Abraham Leoncio Bravo y el intérprete Ataollah Taefy fallecieron en un ataque terrorista.

La participación española en la ISAF y en Resolute Support, esta última aprobada por el Congreso de los diputados en diciembre pasado, ha tenido por objeto “fomentar la seguridad, gobernabilidad y el desarrollo económico y social de Afganistán”, según el Ministerio de Defensa. La contribución de los soldados y guardias civiles, así como del personal de la Agencia de Cooperación de Desarrollo (Aecid) y del Ministerio de Exteriores también desplazado allí, ha servido para “mejorar las condiciones y la esperanza de vida de la población, disminuir la moralidad infantil y aumentar las tasas de escolarización de los niños en la región de Herat”, añaden fuentes del departamento que dirige Pedro Morenés.

Por otro lado, la dura misión en Afganistán ha mantenido en forma a las Fuerzas Armadas y alentado la modernización de sus recursos. Y, en expresión de las fuentes de Defensa consultadas, ha demostrado la capacidad del Ejército español para realizar simultáneamente “actividades de combate terrestre a corta distancia, de ayuda humanitaria y promoción del desarrollo, y de adiestramiento de las fuerzas militares y de seguridad afganas”. Eso sin olvidar –señalan en Defensa- otras actuaciones de carácter logístico y apoyo a las operaciones de ataque y defensa principales, incluyendo labores de inteligencia militar.

El repliegue que se materializa entre este sábado y el martes es consecuencia de la decisión de Estados Unidos de reducir, concentrar en Kabul y a medio plazo retirar definitivamente sus tropas: un anuncio que el presidente Barack Obama ha ido matizando con retrasos y prolongación de los plazos, pero que en lo sustancial se mantiene y aboca a los aliados al repliegue. Porque, según los expertos, la progresiva retirada de las fuerzas estadounidenses que lideran la misión internacional complica y hace demasiado arriesgada la permanencia de las misiones de apoyo de los socios de la Alianza Atlántica.
Fuente: La Vanguardia.-

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