comunicación y tus relaciones personales (Cuadrilátero de libros, en castellano; Angle Editorial, en catalán), intenta divulgar este conocimiento tan útil para enfrentarse a situaciones cotidianas que pueden ser engorrosas o conflictivas.
- ¿Qué es la asertividad?
- La capacidad de comunicar lo que deseamos, sentimos o necesitamos de una manera clara, transparente y efectiva, respetando nuestras necesidades y las de los demás. Ser asertivo es aprender a comunicarnos de manera auténtica, sin estar dominados por emociones como el miedo, la rabia, la culpa o la vergüenza.
- ¿Cómo somos cuando no reaccionamos con asertividad?
- Somos agresivos cuando anteponemos nuestras necesidades a las del otro, atacando, manipulando o imponiéndonos para conseguir nuestros propósitos. Somos pasivos cuando con el fin de evitar el conflicto, dejamos de lado nuestras necesidades y callamos o cedemos.
- ¿Y dónde está el equilibrio?
- En la asertividad, que es es un ideal, dado que en ciertas situaciones, con determinadas personas o en ciertos contextos, todos nos comportamos en algún momento de modo agresivo o pasivo.
- ¿Por qué es tan importante saber comunicarnos con el prójimo correctamente?
- Expresarnos de manera auténtica, clara y honesta, calmada y respetuosa con nuestras necesidades y con las de los demás mejora nuestra autoestima y nos acerca a nuestros objetivos. Es por ello que la falta de asertividad afecta directamente a nuestra satisfacción vital.
- ¿En qué facetas de la vida somos menos eficientes comunicándonos?
- Cuando sentimos una emoción desagradable, como el miedo, la rabia, la culpa o la vergüenza, y reaccionamos a ella sin expresarnos de corazón como realmente desearíamos. Esto suele suceder en áreas de la vida, contextos o situaciones en los que no nos sentimos tan cómodos.
- ¿Por ejemplo?
- Hay personas a las que les resulta muy difícil poner límites o expresar sus necesidades de modo claro en el ámbito laboral o con personas de autoridad. Sin embargo, les resulta más sencillo hacerlo en un encuentro cercano o familiar, en el que, incluso, pecan de agresivos. Otras tienen más dificultad para expresar sus sentimientos en la intimidad o para desenvolverse haciendo nuevas amistades. Cada persona es única y distinta.
- ¿Cómo sé si soy una persona suficientemente asertiva?
- Cuando ciertas relaciones nos dejan ‘un mal sabor de boca’, acarreamos frustración o tenemos conflictos constantes, posiblemente no estamos siendo asertivos. Esto es tremendamente complicado cuando hay diferencia de opinión con el otro, por lo que también consiste en encontrar fórmulas para negociar y llegar a acuerdos mutuos cuando una relación es significativa y deseamos mantenerla y cuidarla.
- ¿Es posible aprender esta capacidad de comunicación?
- ¡Por supuesto! La razón por la que escribí el libro ¡Camarero, este café está frío! fue, precisamente, porque lo que explico en él, lo he podido experimentar en mí y, posteriormente, he visto como a mis pacientes también les ha resultado tremendamente útil. Si realmente tomamos conciencia de cuáles son nuestras dificultades y en qué áreas nos resulta más difícil comunicarnos, podemos empezar a experimentar y transformar esas emociones que nos alejan de nuestros propósitos.
- ¿La asertividad escasea o abunda en nuestra sociedad?
- Sin duda, escasea porque el sistema educativo actual no facilita ese aprendizaje, nos invita a competir y a poner la atención fuera. Desde muy pequeños tratamos de responder a estas preguntas: ‘¿Qué es lo correcto? ¿Qué es lo que toca? ¿Cómo puedo ser mejor alumno/a o mejor hijo/a?’, en lugar de ‘¿Qué necesito? ¿Qué me motiva? ¿Qué deseo?’. Nos hemos desconectado de nuestras emociones y de nuestra autenticidad para gustar al otro, y nos hemos adaptarnos a un sistema que no facilita que nos expresemos de manera auténtica y libre.
- Por ejemplo, ¿cómo solemos reaccionar al enfado de una persona cercana?
- Nuestra reacción más habitual es la de tratar de convencer al otro de nuestra verdad, ya que en una relación cercana y basada en el amor mutuo, normalmente queremos acercar posiciones y reducir las diferencias. Lamentablemente, en momentos de explosión emocional, cuando el otro está enfadado, esto no suele funcionar y, entonces, solemos frustrarnos y desde ahí nos protegemos, atacamos o nos bloqueamos.
- ¿Y qué deberíamos hacer para evitar el conflicto?
- Lo más razonable es tomar distancia y dejar que el tema se enfríe para poder encauzarlo de un modo más sano y razonado.
- ¿Decir ‘no’ o ‘basta’–poner límites- es malo para nuestras relaciones sociales?
- Al contrario, puede salvar relaciones. Hay personas que callan o ceden esperando a que el otro adivine lo que necesitan. Cuando esto no sucede, buscan otros modos indirectos de poner límites y expresar sus necesidades, como la manipulación a través del victimismo o la culpa. Esto, sin duda, termina pasando factura en la relación.
- Y si la situación se alarga en el tiempo…
- Cuando somos pasivos de manera continuada, es habitual que nuestra frustración termine expresándose posteriormente de manera agresiva. Y ahí es cuando tenemos reacciones explosivas que el otro no entiende y que estas sí que pueden dañar la convivencia.
- Usted dice en su blog que el mundo es un reflejo de queja, odio y malestar… entonces, ¿no debemos quejarnos, reivindicarnos?
- Ante las cosas que no nos gustan, solemos frustrarnos y enfadarnos. En la sociedad actual existen muchas razones para estar enfadados, sin embargo, la queja constante nos mantiene en lucha y consume nuestra energía para actuar de un modo más razonado y efectivo. Podemos defender muchas causas y apostar por unos valores más humanos, pero, sin duda, la queja no nos ayudará a transformar el mundo en un lugar mejor porque nos resta energía para la acción y nos convierte en personas llenas de odio.
- ¿Detrás de un lamento, hay una persona frustrada?
- Generalmente, sí. Detrás de la queja continuada, hay una incapacidad personal para cambiar la situación y dar salida a esa frustración de una manera efectiva. De hecho, precisamente, cuando nos aburrimos de nuestras quejas y vemos que no resultan útiles para nada, es cuando pasamos a la acción.
- Por lo tanto, ¿cómo podemos transmitir nuestro enfado de manera asertiva?
- El primer paso es identificando las causas reales que lo provocan, dado que a menudo sentimos mucha confusión, acumulamos tensiones de otros momentos y nos resulta complicado reconocer qué es lo que ha despertado nuestro malestar o nos ha generado distancia o rechazo hacia el otro. Tener claro cuál es el objetivo de lo que queremos transmitir y que es lo que realmente nos importa en ese vínculo que nos hacesaltar la alarma.
- ¿Cómo se puede distinguir una relación “sana” de otra “tóxica”?
- Las relaciones sanas son aquellas que nos hacen crecer, nos motivan y nos impulsan, nos permiten ser como somos, sin ejercer presión para cambiarnos, coaccionarnos o limitarnos. Claramente, cuando pasamos un rato interactuando con alguien que nos resulta tóxico, percibimos que luego tenemos menos energía, sentimos malestar o nos encontramos agotados.
- ¿Una relación tóxica puede convertirse en sana? ¿Cuál es el primer paso para conseguirlo?
- Siempre y cuando las dos partes sean conscientes de que esa relación es tóxica, ese vínculo puede transformarse, crecer y prosperar a través del diálogo, la negociación y la ayuda mutua.
- Además de psicóloga, usted es dibujante de viñetas con las que ilustra diferentes situaciones vitales. ¿Cómo se le ocurrió la idea de introducirlas en sus terapias y talleres?
- Bien (ríe), no sé si realmente un dibujante me calificaría como tal. Pero sí, dibujar me gusta y me permitió plasmar de un modo más claro y cotidiano aquellas conversaciones que son frecuentes en nuestro día a día y con las que nos liamos o damos pie a malas interpretaciones, generando problemas de comunicación que a menudo se repiten y que son bastante universales. Una imagen vale más que mil palabras, y de este modo uniendo texto con imagen y cierta dosis de humor, cualquiera de nosotros puede verse identificado y normalizar sus dificultades.
- ¿Si nuestra vida no es como nos imaginábamos que sería, cuál es el primer peldaño para empezar a cambiarla?
- Cuando la vida no es lo que deseamos, el primer impulso es el de mirar todo aquello externoque no nos cuadra, como el trabajo, la familia o los amigos, para intentar cambiarlo. Sin embargo, siempre habrán situaciones, personas o hechos que nos generen malestar y que no podamos controlar o no dependan de nosotros.
- ¿Y cómo hacerles frente?
- Con el tiempo y mi camino como persona y terapeuta, la vida me ha mostrado como cambios internos inevitablemente dan pie a cambios externos. Por lo que el primer paso siempre es empezar a mirar en nuestro interior y a responsabilizarnos de nuestra propia vida, dejando de culpar al mundo de lo que nos sucede.
- Siempre nos podremos aferrar a los buenos momentos vividos. ¿Es este un recurso efectivo?
- Podemos contemplar los buenos momentos vividos ante la dificultad, para recuperar aquellas emociones que nos motivaron o aquellos aprendizajes que nos fueron útiles. El único problema de este recurso es que está basado en el pasado y en ocasiones puede mantenernos en un estado de nostalgia, que nos mantenga vivos a través del recuerdo y nos impida experimentar lo que hay en el presente y transformarlo si es necesario. Esto, por ejemplo, sucede inevitablemente en ciertas personas mayores, que sienten que ya han vivido todo lo que podían vivir y se abandonan en sus recuerdos.
- ¿El verano es un buen momento para empezar a cambiar nuestra mente para lograr la ansiada felicidad?
- El verano es expansión y como tal, nos invita a relacionarnos más. También solemos tener tiempo más para descansar y para conectar más con nosotros mismos, por lo que también se pueden destapar dificultades internas o en nuestras relaciones, que quedaban ocultas por las rutinas y el ajetreo del día a día. Aunque es muy sano emocionalmente que podamos parar y respirar en cualquier momento del año, el verano propicia ese estado ideal para sentir, reflexionar o experimentar sobre ciertos temas que hemos podido descuidar el resto del año.
Fuente: La Vanguardia.-
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